Cuando se mueve el hogar

Cuando se mueve el hogar

Payasos sin frontera
Jama, Ecuador
29 de mayo de 2016

A la mitad de una misión, generalmente empiezo a soñar todos los días con mi familia, con los sabores a los que estoy acostumbrado y con mi cama.

Empiezo a notar más fácilmente las incomodidades y los cambios de hábito en horarios.

Eso es a lo que le llamamos “homesick”, extrañar el hogar.

Y está muy bien sentirlo. Está muy bien valorar lo que tengo y sacudirle el polvo de lo que he dado por sentado. La costumbre mata al asombro, generando una fuerte tendencia a la ingratitud.

Aquí, empezando a extrañar la forma de vida que he elegido, también sé que en los próximos días mi casa dejará de sentirse tan lejana y empezaré a habituarme a este lugar. Es lo que yo llamo “el traslado del hogar”. Empiezo a poder encender la luz sin tener que buscar el apagador. Sé en qué caja está la olla sin pensarlo y mi maleta, utilizada como closet, empieza a tener espacio de sobra para mantener acomodadas las cosas. Los sabores ya no son ajenos y los horarios ahora también son parte de mi rutina. Al mismo tiempo, la tragedia empieza a ser una costumbre y vamos entrando en el estado de insensibilidad que nos alarmaba de algunas personas que nos contaban sus historias.

Las ruinas de casas caídas son parte del paisaje. Las lágrimas nunca. Algunas cosas son más fáciles y otras más difíciles de convertirse en habituales. Pero sé que hasta en las peores condiciones hay un momento en que la mente se acostumbra, más con una sensación de adormecimiento que de resignación.

Hoy, noto que voy llegando a la mitad de este viaje y me resisto a acostumbrarme. Prefiero quedarme con el homesick a dejar de ver la necesidad.
Estamos aquí para promover una actitud positiva entre la gente damnificada y solo en la conciencia de sus padecimientos conservaremos la compasión, imprescindible en el servicio.

Mi hogar empieza a trasladarse pero planeo utilizarlo para no padecer ninguna incomodidad y aún así mantenerme sensible a lo que vine a transformar.

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